jueves, marzo 28, 2024
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    Tecate Location en Veracruz: ¿Por qué la nostalgia sigue vendiendo?

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    Por: Haydée Magallanes Montalvo

    ​Todos los empresarios saben que Veracruz es una plaza difícil para los espectáculos. Entre el sofocante calor, las lluvias y los nortes inesperados y la falta de costumbre del público para comprar un boleto que le permita ver a sus artistas favoritos, es de aplaudirse la iniciativa de Tecate Location para traer un festival que, a pesar de ser novedoso, no dejó de tomar en cuenta que cada ciudad es un escenario distinto, y logró llenar el estadio de baseball “Beto Ávila” con su edición de este año, la segunda que se presenta en el puerto jarocho.

    ​El cartel incluía nuevas propuestas, como Odisseo y Reyno, a DLD, quienes discretamente se han forjado un lugar entre los amantes de las nuevas propuestas de rock; y Caifanes, la banda consagrada que demostró con creces por qué sigue estando vigente en medio de toda una parafernalia de sonidos hipsters y letras que aluden a lo meloso y lo cotidiano.

    ​“Nosotros no queremos meternos con temas de los que no hemos estudiado mucho, y que, por cuestiones de la disquera, preferimos no tocar, porque podría ser conflictivo”, comenta Pablo Cantú de Reyno, a quienes les tocó cerrar el festival (mala onda de la organización, ya que poco público se quedó a escucharlos después de Caifanes), ante la pregunta de que si manejan en sus canciones algún mensaje político o social relacionado con los últimos hechos del país. Bien podrían ser también las palabras de Odisseo y DLD: rocksito suave, melodioso, buena onda, de aplauso discreto, de pasear por los stands que circundan el escenario, tomarse selfies y compartir con los amigos mientras la banda suena allá arriba, llenando el ambiente; y sí, agradable hasta cierto punto… hasta que llega Caifanes: la vibra cambia, el público deja de pasear y comentar, se junta frente al escenario y grita, canta, brinca, llora… “No dejes que…” y “Nubes” son suficientes para que el público se convierta en uno y coree al unísono.

    “México es un país que debe cambiar, y ese cambio está en ti, raza” expresa Saúl Hernández justo antes de tocar “Antes de que nos olviden” y el público enloquece, se conecta, levanta los puños, corea. Le sigue “Miedo”, en un estado con más de 15 mil desaparecidos por la narcoviolencia, el tema se vuelve casi un himno; en este momento, canciones como esa importan, representan, acompañan, están más actuales que nunca. Toca el turno de “Ayer me dijo un ave”, Saúl se la dedica a los niños; “Viento”, “Los dioses ocultos” viejas conocidas que siempre se agradecen; cierran con “La negra Tomasa” que, lejos deseguir la tendencia y apegarse a la cumbia que le da origen, se dirige hacia el rock desdeñando la fórmula y manteniéndose rebelde en un momento en el que las disqueras controlan más que nunca las propuestas, en el sentido de lo políticamente correcto.

    ​Por eso nos sigue gustando Caifanes, por eso son grupos que los grandes festivales necesitan para convocar audiencia. No dieron rueda de prensa, lo que se sabe, de momento, es que el proyecto es estar de gira. Sí hace falta un proyecto nuevo. Los viejos como yo agradecemos las canciones que aún hablan de algo más allá que de corazones rotos, los jóvenes descubren el por qué los grandes siguen en donde están. Hace falta música que proponga, que moleste. Que los artistas independientes sean libres de incomodar. Que surjan nuevos clásicos. Que haya quien tome la batuta Antes de que nos olviden.

     

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