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    • Los mazatecos y la Presa Temazcal

    • ¡La gran comisión!

    • ¿La herida que nunca cerró?

    Cada que hablo de los mazatecos me quito el sombrero y muestro mi respeto a una cultura milenaria que ha prevalecido a través del tiempo y sus místicos rituales culturales, productivos, mitológicos, usos y costumbres. Su lengua todavía se conserva más que otras que de plano están en peligro de extinción. Son más aferrados a perder lo que sus abuelos les inculcaron y dejaron, pese a la rica e innumerables variantes en su lengua materna. Su territorio, la gran sierra que se ubica desde una porción del sur de Puebla y las llanuras del Papaloapan hacia el noroeste de Oaxaca. Huautla de Jimenez podría ser la poderosa capital mazateca más importante de todos los tiempos.

    Sin embargo en la historia de los mazatecos no todo ha sido miel sobre hojuelas, hay sucesos que lo han marcado incluso hasta quererlos devastar y perder su rica cultura. Después de la gran inundación de Tuxtepec en septiembre de 1944 inició un proyecto gubernamental que modificaría la geografía y sobre todo las formas de vidas tradicionales de los mazatecos. La suerte ya estaba echada: “la construcción de la presa Miguel Alemán o Temazcal”, que abarcarían los terrenos de los municipios de San Miguel Soyaltepec, Santa María Chilchotla, San José Independencia y San Pedro Ixcatlan. Había que reubicar 22 mil indígenas mazatecos.

    La comisión del Papaloapan creada por decreto presidencial en 1947 sería la encargada de los procesos junto con el Instituto del Café, el Instituto Nacional Indigenista y otra Secretarias no menos importantes. Entre los mazatecos había incredulidad, confusión y escepticismo pues consideraban complicado que el poder humano contuviera la fuerza del Río Tonto con una pared nomás. “Creían que sus brujos pudieran hacer más y desaparecer la amenaza con sus intervenciones sobrenaturales” Cuando se dieron cuenta llevaban muchos muertos por accidentes o por la obra y había que acatarse y dejar la magia a un lado. El desplazamiento hacia otras regiones del estado y del país se tornó violento y dramático.

    “Los mazatecos del papaloapan fueron exterminados en un genocidio sin precedente en la historia étnica de México”, afirman y denuncian algunas organizaciones, algunas vigentes y otras ya extintas. A mi parecer fueron devastados y arrancados de sus raíces, para sembrarlos en tierra ajena, donde si florecieron y dieron frutos pero con un sabor agridulce. Separarlos de su sierra favorita no fue nada fácil; puesto que la Comisión del Papaloapan no logró convencer a una gran parte de la población salirse de sus tierras antes de ser cubiertas de agua, pese a las brigadas de expertos que los ayudarían en los crueles desalojos. Cerro Rabón fue testigo mudo de la partida de sus hijos!

    Muchos errores logísticos, burocráticos y económicos no desahogaron el impacto del desalojo. El decreto respondía la reubicación de los pueblos en regiones indígenas mazatecos, chinantecos y hasta mixes para garantizar afinidades lingüísticas y culturales; sin embargo ni las tierras prometidas (15 has) a partir de 16 años, indemnización económica y 100 kilos de maíz fueron dotados en su totalidad. Los obligaron a abandonar sus prácticas autóctonas de cultivar y a emplearse en algunas industrias y a ser obreros, a emigrar y abandonar a sus familias. Como generalmente ocurre en la ejecución de los megas proyectos de este tipo, ganan los gobiernos, ganan los empresarios y pierden los pobres.
    En el caso de la construcción de esta hidroeléctrica ganó el gobierno federal con la producción, generación y venta de energía eléctrica a través de la CFE y perdieron los mazatecos.

    Llantos, corajes, impotencia acompañado de nostalgias fueron, y son actualmente; algunos de los sentimientos encontrados de los mazatecos. Los reacomodados perdieron hasta identidad y en muchos de los casos son controlados por los mestizos, en el comercio, en las escuelas y los pocos servicios que pudiese haber en sus comunidades. A San Miguel Soyaltepec también le afectó, pues dijeran sus habitantes “sino existiera la presa hubiera carreteras de tránsito hacia San Jose Independencia, San Pedro Ixcatlan y muchos lugares más. Seguramente la vida de los soyaltepecanos fuera distinta porque entonces habría movimiento de dinero y, probablemente, la gente fuera menos dependiente de los gobiernos, sin embargo, la hidroeléctrica mató su futuro económico y también de los otros municipios”. ¡Otros afirman que en menos de 30 años, esos pueblos están condenado a que sus habitantes sean solo de la tercera edad! ¡Tiempo al tiempo!

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